Escrito por Mario Fernández Calderón
En los últimos cinco años, distintos proyectos se han dedicado a la restauración coralina en Costa Rica como una forma de mejorar las condiciones para la vida marina y aportar en la lucha contra el cambio climático.
Uno de sus puntos en común es que buscan involucrar a las personas locales y turistas en los procesos científicos y en la limpieza de las estructuras que funcionan dentro de los viveros. Además, se pretende que esto pueda traer beneficios económicos a las comunidades donde se llevan a cabo las restauraciones coralinas.
Cada proyecto cuenta con su propio vivero, donde la especie Pocillopora suele ser la predominante. Esta es una especie con forma tridimensional y ramificada, la cual -aparte de su rápido crecimiento- propicia la llegada de distintos organismos, haciendo que los arrecifes se recuperen.
Actualmente, el país cuenta con cuatro proyectos de este tipo y todos ubicados en el Pacífico, a saber: Raising Coral trabaja en Golfo Dulce, Culebra Reef Gardens restaura los arrecifes de bahía Culebra en Guanacaste, mientras que el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) hace lo mismo en playa Sámara (Guanacaste) y Punta Leona en playa Blanca (Garabito de Puntarenas).
Si bien cada proyecto cuenta con su propia técnica debido a las condiciones oceánicas donde se ubica y la presión turística, lo cierto es que todos siguen la misma lógica, la cual se basa en recolectar fragmentos de coral -con tamaños menores al 10% de los corales sanos- para dejar que estos crezcan en los viveros y luego llevarlos a los arrecifes para completar el proceso de restauración.
Los cuatro proyectos han dejado constancia de grandes mejoras en los ambientes marinos, ya que se ha aumentado la diversidad y abundancia de peces, así como la de otros organismos como pulpos, cangrejos y caballitos de mar. Esto representa un aporte a la pesca artesanal porque significa que se tendrán más especímenes en el mar y, de esa manera, las comunidades costeras podrán aumentar sus ingresos.
Los corales son uno de los organismos que más sufre por el cambio climático, ya que -debido al aumento de la temperatura de los océanos- pierden el alga con que viven en simbiosis, lo cual los blanquea, los debilita e incluso mueren a causa de ello. Con la muerte de los corales, las especies marinas se quedan sin hábitat, por lo que -poco a poco- sus poblaciones también se ven reducidas.
Los arrecifes también cumplen un papel importante en la protección de las costas, ya que reducen la erosión de estas al disminuir el impacto sufrido por las olas y las tormentas. Además, capturan dióxido de carbono de la atmósfera y lo fijan en sus esqueletos, por lo que se convierten en reservas de carbono permanentes.
Esa es la razón detrás de la decisión de restaurar corales y si bien el aporte individual de cada proyecto podría ser pequeño, lo cierto es que -al juntar sus esfuerzos- logran generar un gran impacto positivo en la vida marina costarricense.
Raising Coral
La restauración coralina en Golfo Dulce, liderada por Raising Coral, es uno de los proyectos pioneros de este tipo a nivel nacional. A pesar de que la iniciativa surgió en 2016, la coordinadora de Raising Coral, Tatiana Villalobos, aseguró que los primeros dos años y medio fueron de prueba y error, porque aún no se encontraban haciendo restauración.
Fue hasta el 2019 cuando empezaron a trabajar a gran escala. Villalobos comentó que, al día de hoy, han trasplantado más de 3.000 colonias de coral, las cuales han sido sembradas en Punta Islotes, Pelagos y Nora.
Uno de los desafíos que enfrenta esta iniciativa es que no cuentan con suficientes donantes naturales de la especie Pocillopora. Villalobos mencionó que, a la fecha, solo tienen 17 en todo el Golfo Dulce y esto tiene implicaciones a nivel genético, ya que al haber poca variabilidad en los genes de los corales, las colonias son más propensas a sufrir por los efectos del cambio climático y distintas enfermedades.
Por esta razón, los investigadores de Raising Coral -junto a los científicos del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR UCR)- buscan entender la diversidad genética de los corales en pro de su restauración. Aunque se tiene este reto, lo cierto es que los resultados a la fecha son buenos.
“Aproximadamente el 95% de las colonias de Pocillopora que hay ahorita, las hemos traído nosotros de vuelta, es decir, las hemos logrado propagar en los viveros y plantar con éxito en el arrecife. Hemos tenido una sobrevivencia del 95%, cuando lo normal en los sitios de trasplante es de 60 o 70%”, dijo Villalobos.
Aunque los investigadores mejoran constantemente los procesos, actualmente utilizan una técnica de cuerdas. Estas son estructuras que tienen forma de tendederos y en ellas se colocan los fragmentos de coral que recolectan en los arrecifes sanos para esperar a que crezcan, lo cual demora normalmente entre 9 y 12 meses.
Una vez que estos fragmentos tienen un tamaño adecuado, se llevan al fondo del arrecife para ser trasplantados. Para esto, los investigadores utilizan un tipo de grapas que ayudan a fijar la cuerda con los fragmentos o amarran individualmente cada uno de los fragmentos con cuerdas de pescar.
Desde Raising Coral han logrado definir un modelo con prácticas seguras para realizar las restauraciones coralinas. Además, fueron los encargados de escribir el protocolo nacional para el trasplante de corales en Costa Rica.